martes, 11 de octubre de 2011

Entre Ríos


 
Ciudad de Paraná


Se encuentra a orillas del río homónimo del cual toma su nombre; 470 km la separan de Buenos Aires, capital federal del país, y unos 25 km de la vecina ciudad de Santa Fe con la cual está comunicada a través del túnel subfluvial "Uranga-Sylvestre Begnis" (ex Túnel Subfluvial "Hernandarias").
Según el censo del INDEC a fines de 2001, tenía 237.968 habitantes. 


La ciudad mezcla edificios de numerosas épocas y estilos. Su palacio municipal de líneas europeas, uno de los más bellos del país, el Teatro Municipal "3 de Febrero" (ecléctico), la Casa de Gobierno (renacentista italiano) y la imponente Iglesia Catedral de Paraná (mezcla de variados estilos, desde el eclecticismo al renacentista, pasando por el barroco americano) son muestras magníficas del pasado edilicio. Junto con las modernas torres que se levantan en cercanías del Parque Urquiza, amplias avenidas y boulevares, confieren a Paraná de una belleza que la convierten en polo turístico.

Paraná es sede del gobierno de la provincia, siendo esta es su principal actividad. Sin embargo se destacan actividades industriales como lácteos, envases, amoblamientos, alimento para animales, jugos y maderas. También es un centro turístico y de convenciones.

Tunel Subfluvial



Si tomamos la avenida Gobernador Uranga hasta el Club Náutico, el peaje y el control de altura vehicular son el último bastión de tierra firme antes de que el camino deje atrás la orilla de la ciudad de Paraná y se adentre en el misterioso territorio del río y sus profundidades.

A medida que nos acercamos a la entrada del túnel, la autopista desciende paulatinamente. El río está muy cerca, los rayos del sol se mezclan con la brillante iluminación eléctrica; es una zona para acostumbrar la vista. En segundos ya estamos bajo la superficie: el viaje subacuático ha comenzado.

El túnel subfluvial Uranga - Silvestre Begnis, antes llamado “Túnel subfluvial Hernandarias”, tiene una longitud de casi 3 kilómetros y une la ciudad entrerriana de Paraná con la isla de Santa Cándida, de la vecina provincia de Santa Fe, conectando así las redes de tránsito de ambas provincias.

Está construido en base a 37 tubos cilíndricos de hormigón armado de 65 metros de largo, 10 metros de diámetro y 4.500 toneladas de peso cada uno, con paredes de 50 centímetros de espesor. Los segmentos, acoplados entre sí, descansan sobre el lecho del río, que en esa zona alcanza hasta los 30 metros de profundidad.

Como la seguridad es uno de los aspectos más importantes, en las impecables paredes de hormigón se suceden, cada cien metros, semáforos, carteles señalizadores, teléfonos de emergencia y equipos de auxilio.


El túnel cuenta con un sistema de cámaras de TV, altoparlantes para dar indicaciones a los conductores, alarmas de incendio y detección de filtraciones y del nivel de monóxido de carbono en el aire.

Además de la vías por las que circulan los vehículos y la senda peatonal de emergencia, el túnel contiene dos conductos más pequeños (uno arriba y otro debajo de la calzada) destinados a tareas de mantenimiento, extracción de gases y renovación del aire, que es bombeado por dos enormes torres de ventilación que se yerguen sobre ambas cabeceras del complejo. 


Palacio de San José

El Gral. Justo José de Urquiza la llamó Posta San José, pero con el tiempo, la exquisitez y la firmeza de la edificación hizo que sus visitantes comenzaran a llamarla El Palacio San José.
La estancia llegó a tener 2500 hectáreas de las cuales 20 fueron destinados a parques, jardines y una gran quinta de frutales. En medio de éstos se sitúa el casco principal en cuya suntuosa arquitectura se adivina una armónica mezcla de estilo renacentista italiano.

Sus enormes habitaciones, salas, cocinas, pasillos y galerías han quedado tal como estaban dispuestas a la muerte de su dueño.El silencioso misterio que se esconde en muebles, muros y efectos personales de la familia hacen que, ya en el 2000, este majestuoso lugar sea un reducto de incalculable valor histórico, en donde el viajero podrá escuchar historias que susurran todos los rincones de este mágico condominio. 


En los patios, que se conservan según la disposición original, pueden apreciarse anquilosadas estatuas de cuyos rígidos gestos parecen brotar un sinnúmero de anécdotas, conversaciones, tristezas y alegrías, de más de 150 años de existencia. Además, en esos antiguos patios se alzan imponenetes jaulas vacías, en las que en otra época de lujo y esplendor habitaban exóticas aves.
Cabe destacar que dentro de los muros del Palacio se gestó un hecho trascendental para nuestro país, la Organización Nacional y se firmaron tratados internacionales de gran envergadura para la historia Argentina.

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